La
UNESCO ha publicado el informe de seguimiento de la Educación para todos (EPT), en
donde destacan tres tristes noticias para el progreso educativo mundial. El
informe también expone que España es el tercer país de la Unión Europea en
abandono escolar, solo por detrás de Malta y Portugal. Los recortes del
Gobierno siguen sumando motivos de preocupación en los ciudadanos, que ven como
el futuro se tiñe, cada día, de un color más oscuro.
La educación vive un proceso crítico. El pilar más
importante y fundamental del Estado del bienestar está siendo totalmente
pisoteado por unos Gobiernos profundamente ignorantes e infames. Los recortes
se suceden día a día, y mientras la privatización mundial está ganándole la
partida a nuestra propia humanidad e inteligencia, los políticos y sus medidas
siguen remando en favor de la desaparición del modelo del bien común.
El informe de la UNESCO pone de manifiesto tres malas
noticias en cuanto al desarrollo educacional mundial. La primera expone que el
progreso en educación en el mundo en desarrollo se ha estancado en estos
últimos años. Ésta progresión había sido muy aceptable entre el periodo
2000-2009. La segunda, muestra que los sistemas educativos de secundaria
parecen seguir estando diseñados más para excluir que para incluir. Todo esto a
pesar de la aplastante evidencia de que la desigualdad de acceso y de
resultados en educación secundaria es la principal causa del déficit de
competencias de los jóvenes. En tercer lugar el informe de la EPT de la UNESCO publica que los países
ricos están reduciendo la ayuda al desarrollo en educación de un modo tan
drástico que los países receptores de ayuda se van a ver forzados a buscar
otros donantes y a reinventar la financiación de sus sistemas educativos.
“Los
países están reduciendo las ayudas al desarrollo de la educación”. Parece una
afirmación tan escandalizante que la razón no atiende a comprenderla. La
educación es la base que mueve al Mundo, es el detalle principal necesario para
la prosperidad, la base fundamental para el crecimiento y la libertad, esa
libertad que tanto se ha esclavizado desde tiempos remotos, y que después de
volver a recuperar unas capacidades de expresión y pensamiento libre, se nos
vuelve a poner en una brecha que escuece de manera acongojante. La educación es
el pilar más puro del estado del bienestar, se trata de lo más esencial de la
persona, y en muchas ocasiones es la propia persona la que se compone íntegramente
de pura educación. La educación se debe anteponer a todo, sin ella es imposible
lograr la excelencia que tan necesaria es hoy en día.
Los estudios de la UNESCO exponen que el año pasado, un
26,3% de españoles entre 18 y 24 años dejó tempranamente sus estudios sin
conseguir el título de bachillerato o FP. También señala que la elevada tasa de
paro juvenil en el país (más del 50%) reduce la confianza en el valor de la
educación y puede traducirse en más abandonos. Esto desemboca en la
imposibilidad de acceder a un trabajo digno y los jóvenes acaban aceptando
puestos con salarios que les condenan a vivir casi que en el umbral de la
pobreza, si es que existen ese tipo de puestos que incluso a día de hoy están
siendo tomados como oportunidades de auténtico lujo. Poder disfrutar de un
puesto de trabajo es casi una quimera que está desarbolando a España y dirigiéndola
a un profundo agujero negro.
También resulta casi obligado indignarse sabiendo que a
comienzos del siglo XXI aun seguimos teniendo en el mundo 61 millones de niños
y niñas sin acceso a la escuela primaria, o que centenares de millones de
jóvenes salen del sistema educativo sin haber adquirido las competencias más
básicas. Cabe imaginar, por ejemplo, qué pasaría en España si una tercera parte
de la población no tuviera acceso a los servicios de atención primaria de
salud. Pues bien, a eso podría equivaler el que una tercera parte de nuestros
jóvenes salga de la educación obligatoria sin esas competencias básicas. El
problema es que en España por desgracia, los efectos de este auténtico fracaso
solo se hacen visibles política y económicamente a medio y largo plazo. Y estos
parecen ser tiempos miopes, donde solo el corto plazo importa.
Las medidas del ministro de educación, José Ignacio Wert,
están siendo devastadoras. España está despidiendo a profesores, masificando
las aulas, castigando a los más desfavorecidos con el recorte de las becas o
los pagos de libros de texto, pero lo más peligroso y grave es que se está
incurriendo en un acto de desigualdad abrumador. La educación es el instrumento
más poderoso para propiciar la igualdad de oportunidades. Las desventajas
poblacionales de nacer en una familia con menos recursos económicos o en un
barrio o localidad sin servicios o con menores recursos pueden ser compensados
con una educación de calidad, ya que se trata de un potente antídoto contra la
desigualdad. Sin embargo las medidas del Gobierno no hacen más que propiciar un
aumento de estas desventajas sociales, y desembocan en la aparición de unas
diferencias prácticamente insalvables.
Debemos tomar como ejemplo a Finlandia. Los escandinavos
dedican el 12% del PIB a su educación, ser profesor es un honor nacional, han
de pasar un proceso de selección muy exhaustivo, y es una profesión muy bien
remunerada, dado el grado de responsabilidad que representa: educar a los
niños, el futuro de la nación está en sus manos. Esto se trata de un pensamiento de Estado,
una idea con un origen fundamentado y contrastado. España debe tomar este
camino, debe despertar, debe darse cuenta de que cada vez somos más ovejas en
manos de unos cuantos mediocres que tienen el dominio y el poder económico, y
que sin educación es imposible prosperar, crecer, ni ser autosuficientes.
Debemos rebelarnos, movilizarnos, imponernos, rasgarnos
las vestiduras y defender que la educación no está para cuidar solo a los más
brillantes, eliminando a los demás, sino para dotar a todos los ciudadanos de
la formación, de los conocimientos y de los valores, que necesitan para la vida.
Las personas se nutren de educación y en definitiva se comportan en base a ella.
Seamos personas cultas y educadas, solo así podremos ser humanos, y hombres libres.
Alfredo León
Twitter:@fefifredo
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